El valor de la centralización frente al mito de la red social distribuida

Si nos paramos a analizar el poder de grandes centralizadores de datos y, más concretamente, de los servicios de redes sociales tipo Facebook o Tuenti encontramos un montón de aspectos por los que deberíamos preocuparnos: son capaces de ejercer la censura decidiendo qué enlaces podemos compartir y cuáles no, pueden cambiar las reglas de privacidad o hacerlas tan confusas que perdamos el control de la misma, van a explotar publicitariamente los datos personales que dejemos allí, son un central nuclear de la privacidad con el peligro que ello conlleva, acumulan cada vez más poder con estándares y APIs que controlan… y además como sucede con Facebook y Open Graph, su plan es el asalto del resto de la web toda vez que se han cerciorado que no pueden convertir su sitio cerrado en el único sitio.

Todo esto no ha pasado sin reacción de analistas, tecnólogos y el resto de compañías que advierten del peligro de dependencia de estos núcleos centrales frente a la naturaleza distribuida de internet, que es la que ha permitido la explosión de libertad y, también, de negocio para muchas empresas que no dependen de otras para operar. ¿Cómo conciliar el éxito entonces de los servicios de redes sociales con evitar a estos entes centralizados? La solución, apuntan muchos, es construir redes sociales distribuidas, cuyo último exponente es un proyecto que ha recibo mucha atención, Diaspora, gracias a la corriente “anti Facebook” que se ha instalado en gran parte de los analistas.

Claro que muchos de estos críticos tienden a confundir sus preocupaciones con las de los 400 millones de usuarios de Facebook. Que éste sea centralizado o distribuido les trae sencillamente sin cuidado, de hecho es algo que el 99.999% no se ha planteado en la vida. Lo que sí entienden rápido la mayoría de los usuarios son los beneficios de la centralización: voy a Facebook (o Twitter o Tuenti) y tengo en un sólo lugar a todos mis contactos y su actividad. Es más, en ese único punto puedo buscar a la gente que me interesa y sólo uno es el responsable de que todo funcione bien, de almacenar los datos y de aplicar las reglas de privacidad. Por supuesto, también se empiezan a percibir “el lado oscuro”, cuando cambian las condiciones de privacidad o cuando la plataforma fuerza cambios para su política comercial, muchos empiezan a entender que no es “su espacio personal” sino “lo que Facebook me deja que haga con sus reglas y su política” y que, al fin y al cabo, estamos dando un montón de datos personales a una multinacional y ahí siempre ahí una brecha de confianza, como también sucede con Google.

¿Puede una red social distribuida conseguir los beneficios de un sitio centralizado sin cargar con los problemas que acarrea? De momento sabemos que no se ha conseguido (con intentos como Opera Unite), que hasta ahora se trata de una “visión mítica” más que de una realidad. De hecho, la blogosfera se puede asimilar a una red social distribuida con nodos conectados mediante enlaces y lecturas y sin órgano centralizado. ¿Por qué hay millones de usuarios de servicios de redes sociales como Facebook y Tuenti y el número de blogs se ha quedado en un par de cientos de miles? Porque los centralizados aportan un valor de facilidad de uso, concentración de los usuarios y simplificación de la experiencia frente al “créate un blog y empieza a construir relaciones”. Para lo personal (compartir fotos, comentarios, quedar con unos amigos, ocio con juegos) resultan mucho más adecuadas que crear un blog, con el que además no puedes gestionar la privacidad, todo es abierto. Los blogs siguen teniendo su sitio en la era de las redes sociales, pero definitivamente no es el de “los usuarios masivos creando bitácoras”.

En todo caso, nuevos protocolos han nacido desde el nacimiento de los blogs, capaces de complementar a RSS como vehículo de transmisión de datos. Aún así, creo que el posible éxito de servicios de redes sociales distribuidos dependerá más de lo mal que lo hagan Facebook y compañía que del interés que haya entre los expertos de una web más descentralizada. De hecho, actores con mucha mejor prensa como Twitter son también centralizados, por lo que una versión más purista del tema requeriría no abandonar / atacar a Facebook sino también a Twitter, que parece de momento tener veda por su apariencia de ser menos centralizado, cuando también lo es.

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